El día jueves 24 de agosto
de 2017, estudiantes del grado 4º. De la sede la Minga, acompañados de su
profesora de Ciencias Naturales, Ana Carolina Tarapuez y su directora de grupo
Lilian Narváez, emprendieron un sorprendente viaje de experiencias programado dentro del proyecto de Robótica Educativa liderado por Colciencias
y la Universidad de Nariño, proyecto que
busca generar en estudiantes de Básica Primaria un aprendizaje significativo
para la separación de residuos sólidos, proyecto del cual
afortunadamente hace parte Ana Carolina.
Emprendimos el viaje con caritas
llenas de alegría y de suspenso, atravesar
la ciudad les parecía interminable, preguntas iban y venían, los interrogantes
no pararon en todo el trayecto. A los 15 minutos de haber abordado la nave de viaje
aterrizamos en un lugar desconocido para
ellos, era el bloque de ingeniería Electrónica de la Universidad de
Nariño. Preguntas no cesaban, se escuchaban por todos lados, donde estamos,
que vamos a hacer, donde están los robot que nos dijo Anita, eran los susurros
que intercambiaban entre ellos.
Avanzamos por unas amplias
escaleras metálicas, unos las contaban, otros ampliaban sus pasos para abarcar
más de una y con inmensa sorpresa y curiosidad llegaron al aula de robótica
donde los recibió un chico joven que era el monitor del aula quien después de un caluroso
saludo les compartió unas rutas de aprendizaje.
El primer equipaje para navegar en este lugar fue organizarse en equipos
de trabajo, cuatro tenían que ser en cada equipo y a cada
uno de los integrantes le correspondía
asumir un rol frente al trabajo: uno era lector, otro dotador de material, el tercero constructor
y el cuarto quien coordinaba a su tripulación; durante el trabajo todos tenían que cumplir estas
funciones porque ellas eran rotativas con el fin de brindar a todos la experiencia
frente a los diferentes roles que eran parte del trabajo en equipo.
Manos a la obra les dijeron y para ello a cada equipo le entregaron una
caja con variedad de piezas de lego, ¿qué debían hacer con ellas? Un carro
robot, ¿y cómo lo tenían que hacer? En cada caja había una revista que indicaba
paso a paso las fichas que necesitaban y como las debían armar, todos
trabajaron, unos mejores lectores gráficos, otros mejores armadores, otros muy
buenos observadores para identificar las piezas que necesitaban, pero sobre todo ellos resultaron ser la
muestra perfecta de lo que son los niño: unas personitas curiosas e ingeniosos
cuando de jugar a armar se trata.
Cada equipo con su
trabajo terminado buscó un nombre porque
a competir debían ir con su robot, pero antes fue necesario programar cada
robot haciendo uso de un computador; una vez terminada la programación empezó
la competencia.
Para hacer la competencia se inició de dos en dos hasta obtener un finalista y luego todos a la pista para ver
que robot ganaba, gritos y barras en el
aula se escuchaban, algunos las manos frotaban y con su cabeza inclinada
demostraban que también oraban hasta que
al final las ganadoras fueron las Princesas Diamantes ellas quedaron como reinas de la pista
después de que su robot a los a los Exterminadores, las Águilas, los Ositos
y las Chispitas había sacado de la pista.
Finalizada la experiencia
abordamos nuevamente la nave de regreso, la narración de las experiencias vividas en la
jornada no cesaron hasta aterrizar en la morada que nos alberga cada día y que
nos permite seguir explorando y compartiendo experiencias y ante todo facilita a maestros y estudiantes
intercambiar sentimientos que nos lleva a volvernos más cómplices en la
planeación de experiencias y en la construcción de nuevos saberes.
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